Estoy escribiendo desde el llamado primer mundo, eso quiere decir, que he dormido toda la noche de tirón, en un colchón blandito, tapada, me he despertado, me he duchado con agua calentita, he comido una sopa calentita, y tranquilamente he sacado a mis perros a pasear. Además, tengo dos piernas que funcionan correctamente, dos brazos, dos ojos, un cuerpo casi perfecto, con una mente que piensa y discierne. Es decir, soy una privilegiada., como la mayoría de las personas que puedan leer esto, simplemente por saber y poder leer.
Estoy indignada de los indignados, por muchas buenas razones que tengan. ¿Cuántos de esos indignados se callarán cuando les den un trabajo, una casa?
Me indigna que uno de los principales ingresos de un país provenga de la industria armamentística, y lo que más me indigna es que haya personas que trabajen en esas fábricas: “por el bien de mi familia”.
Me indigna que cuando una persona hace las acciones legales pertinentes para parar la apertura de una central nuclear, los vecinos de la localidad donde se va a abrir se indignen porque “esa señora nos está quitando puestos de trabajo”.
Todos, cada uno de nosotros, lo que más nos importa es nuestro propio bienestar, y eso es bueno y saludable. Somos individuos, cada uno con nuestras particularidades, nuestras maneras de ver y percibir las cosas, nuestras maneras de responder, somos seres únicos, especiales. Hemos de tener claro nuestra identidad, y hemos de reconocer lo que nos une a todos. Eso que nos une es que habitamos en el mismo planeta, este maravilloso, mágico y vivo planeta, que muchas personas llamamos MADRE TIERRA.
Para cambiar la sociedad tendríamos que cambiar cada uno de nosotros, tendríamos que querernos a nosotros mismos de una manera real y duradera. Para ello, cualquier cosa que hiciéramos sería preservando, cuidando a esa madre de la provenimos y a la que volveremos. Antes de hacer cualquier cosa preguntarnos ¿qué impacto ambiental tendrá?.
¿Cómo podemos cambiar la brutalidad del ser humano? ¿Cómo podemos cambiar el ser movidos por las hormonas? ¿Cómo podemos cambiar el ser movidos por la envidia? ¿Cómo podemos cambiar el ser movidos por esos instintos primarios que nos mueven a ser más y mejores que los demás?
Antes de mover cualquier ficha nos hemos de preguntar cómo movernos por el camino del medio en este mundo de opuestos.
Mi contestación es : ACEPTANDO LOS OPUESTOS. Enseñándonos desde pequeños a conocer la máquina que somos: nuestro cuerpo y nuestra mente; a conocer por dónde vamos: nuestro planeta; aceptando la diversidad y QUERIENDO DE UNA MANERA ACTIVA VIVIR EN LIBERTAD, FRATERNIDAD E IGUALDAD.
La historia nos enseña los esfuerzos de nuestros antepasados por vivir de una manera digna. Nos recuerdan las vidas que se han sacrificado en nombre de la Libertad. Hemos abolido la esclavitud de las cadenas, y nos hemos impuesto unas cadenas más sutiles y más poderosas, unas que no son de hierro, sino que vienen presentadas en forma de “alimentos grandes e uniformes de colores brillantes, vacaciones en islas paradisíacas, coches potentes con mujeres medio desnudas, salud y alegría en botes...
Parece que no podríamos hacer nada. Mas sí que podemos, nuestros antepasados hicieron mucho camino por nosotros, muchos murieron por ideales de un mundo más justo. Así llegamos a una democracia. La paradoja de esta situación es que en esta democracia utiliza su derecho al voto sólo la mitad de la población, y ..... ¿la otra mitad?... ¿Cómo podemos quejarnos de una situación que hemos provocado nosotros? ¿A quién echamos la culpa? Evidentemente lo más fácil es echar la culpa al otro, al sistema, a la sociedad, a dios. ¿Por qué no nos dejamos de polemizar y nos ponemos a trabajar YA, de una manera eficiente, cada cual haciéndose responsable de lo suyo.?
Hemos de recordar que los políticos están a nuestro servicio y no al revés.
Hay gente muy preparada para mantenernos informados, a la sociedad, a todos. Y hacer que los políticos hagan su trabajo de una manera eficiente y eficaz al servicio del pueblo y para el pueblo.
Hemos de empezar, desde bien pequeños a involucrarnos en TODO lo referido a nosotros. Ya es hora que recobremos nuestro auténtico poder, y no se lo demos a nadie, ya se llame médico, político, cura, gurú...
Es hora de que nos reconozcamos como los bellos seres que somos, en toda nuestra diversidad, y nos aceptemos, tal cual, desde la bacteria a la galaxía.
Todos, todos, todos los colores son igual de bellos.
Ya todo está dicho, todo está escrito. Es el momento de actuar, desde lo que nos une.
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